Hace años en un barrio de la Ciudad de México, cuando era Distrito Federal, conocí a una jovencita, la llamaremos Caro, ella era producto del hacinamiento de la colonia en la que vivía y las dificultades económicas que en su casa eran apremiantes; había dificultades en la familia para acceder a las necesidades básicas, en casa, en ocasiones había algo que comer, en otras había que resignarse a no comer y buscar a alguno de sus amigos para que le ofreciera “un toque” de mariguana, que si bien no era alimento, sí le hacía olvidar el sonido que producían las tripas que exigían algo de comida.
Si Caro se quedaba fuera de casa sus padres ni siquiera la echaban de menos, eran alcohólicos y golpeadores, por lo que el ambiente que prevalecía era de miedo y ansiedad, por lo que Caro se sentía insegura y sin protección.
Caro enfrentaba problemas de salud por la falta de alimentos nutritivos y requería de urgente atención médica, cada día que pasaba se afectaba más su salud física y mental.
En cierta ocasión una patrulla llegó hasta donde Caro y sus amigos fumaban mariguana, con violencia los subieron a una camioneta, no obstante que en ningún momento opusieron resistencia; la mirada perdida de los pequeños fumadores de cannabis no mostraba odio hacia los guardianes de la ley, quizá para ellos solamente significaba una vez más que se los llevaran a la delegación, donde pasarían algún tiempo y después los dejarían libres, ya que nadie se presentaba a reclamarlos.
En cierta ocasión mientras se encontraba Caro detenida un reportero le preguntó:
¿Por qué fumas mariguana?
-Porque tengo hambre. Fue la respuesta.
-¿Sientes odio contra los policías que te trajeron?
-No. Fue su firme respuesta y agregó. Ellos no me pegan, mis papás sí me pegan, estoy mejor aquí que en mi casa…
¿No crees que te hace daño si fumas mariguana?
-No, porque creo que hay muchos niños y jóvenes como yo que tienen hambre y que necesitan de “un toque”.
Hasta ahí voy a dejar la historia de Caro; creo que todavía hay muchos niños y jóvenes que viven las condiciones que en aquél entonces enfrentaba Caro; la cuestión sería que los gobiernos de los tres niveles, pugnaran por disminuir los casos de miseria extrema que se viven en muchas partes de nuestro México, la educación es determinante para influir en el cambio que requieren niños y jóvenes; la historia de Caro quizá resulte conmovedora porque muestra la lucha diaria de una menor, que a sus 14 años buscaba a sus amigos para que le invitaran “un toque” de mariguana, para mitigar su hambre…
Por cierto, la jefa del gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada, habilitó tres “Zonas de Tolerancia cannábica”, o sea, tres espacios públicos para consumir mariguana en lo que es el territorio de la Ciudad de México.
Cuantas Caro llegarán hasta esos espacios
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